viernes, 27 de febrero de 2015

CENDRES

Algú em va dir un cop que mai em fiés d’un somriure, sinó d’una mirada. I tenia raó, els ulls són el reflex de l’ànima, són capaços d’expressar felicitat, por, tristesa inclòs rancúnia.
M’agraden les persones a les que li somriuen els ulls perquè irradien felicitat i simpatia, s’aprecia en l’expressió dels seus ulls, a la brillantor de la seva mirada. Crec que no tothom és capaç de transmetre tant, tan sols si ets realment feliç. I malauradament la felicitat no està a l’abast de tots, perquè hi ha persones que no han nascut per ser felices.
Ella era una d’aquelles persones, una d’aquelles persones tristes, fràgils, dèbils i boniques alhora, era l’excepció que confirmava la regla. Els seus ulls blaus i tranquils com el mar a un dia d’estiu eren els ulls més bonics que havia vist mai. I quan somreien ho eren encara més. Recordo que li agradava sentir el fred a la seva pell, la sensació de com s’introduïa pels porus de la seva pell, aquell calfred. Li atreien les persones melancòliques i el cel en dies de pluja, grisos i una mica depriments. Es quedava enlluernada veient com les gotes queien i paraven a morir a l’ampit mentres es recolzava a la finestra.
A mi m’agradava veure-la dormir, somreia en somnis. Somiava amb qualsevol cosa millor, lluny de la ciutat, de la monotonia i la rutina. A vegades m’explicava histories inventades sobre monstres i fantasmes que l’envaïen en malsons, però jo sabia fins a quin punt aquelles històries eren veritat.
Va morir ofegada per totes aquelles paraules que mai va dir però jo sabia que al fons les sentia de veritat. Per tots aquells cops que es va callar. Morí de tristesa, per acumulació de decepcions i de derrotes. Es va anar morint lentament, per dins i poc a poc, com una espelma el seu foc es va anar apagant lentament, fins que només van quedar cendres, cendres que al contrari de l’au Fènix no van tornar a renéixer. Perquè es millor cremar-se que apagar-se lentament.



miércoles, 25 de febrero de 2015

Oscuridad y soledad.


Todo era oscuro en esa habitación, así que decidí encender la luz, encontré el interruptor. Era una luz tenue, pero me bastaba para inspeccionar la habitación. Estaba confusa y mareada. ¿Tal vez me habían drogado? No lo sabía. Pero ahora tenía que encontrar la manera de escapar. Había una puerta, pero por mucho que lo intentaba no se abría. Después de un tiempo reflexionando sobre lo ocurrido tuve la idea de empujar la puerta con todas mis fuerzas. Pero era inútil, supongo que tuve que estar inconsciente durante días. Así que decidí inspeccionar la habitación de nuevo, debajo de un armario encontré una pequeña llave. Probé a abrir la puerta, funcionó. Pero no todo acabó allí. Ahora estaba en otra habitación idénticamente igual. Parecía un laberinto sin fin.
Más tarde, en uno de mis momentos de reflexión, comprendí que estaba sola, que no podía escapar de ese horrible lugar, y que nada ni nadie iba a ayudarme a hacerlo.
Todos mis esfuerzos fueron en vano. Hiciese lo que hiciese no serviría de nada. Solamente me debilitaría aún más, hasta perder todas mis fuerzas, desfallecer y, más tarde, morir. Y así fue. Nunca llegué a saber el motivo de mi llegada a aquel extraño lugar.
Pero eso ahora no importa. Ahora estoy muerta y, aunque este lugar sea frío, tenebroso y solitario me siento a gusto aquí. Sé que, seguramente este es el sitio donde merezco permanecer eternamente. Estaba acostumbrada a la soledad, mi eterna soledad.

domingo, 18 de enero de 2015

Conocerte.

Me pregunto si alguien, alguna vez se habrá fijado en mí. Si le habré llamado la atención, si a alguien realmente le gustaría conocerme. Alguien con quien pasear en el mismo paraguas un día de lluvia, alguien con quien ver películas los domingos por la tarde.
Me pregunto  si algún día llegaré a conocer a esa persona, si esa persona llegará a conocerme algún día. Tal vez un día nos crucemos por la calle sin saber que en un futuro no podremos pasar un día el uno sin el otro. O tal vez no lleguemos a encontrarnos nunca.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Cenizas.

Creía que estaba condenada a morir de tristeza, creía que la felicidad no estaba a su alcance, que no estaba hecha para ella. O tal vez porque no le gustaba estarlo, odiaba la sensación de saber que tarde o temprano podría recaer.
Murió ahogada por todas esas palabras que nunca dijo. Murió por todas esas veces que calló. Murió de tristeza, por acumulación de decepciones y derrotas.
Se fue muriendo por dentro y poco a poco, cómo una vela su fuego se fue apagando, hasta que solamente quedaron cenizas, cenizas que al contrario del ave Fénix no volvieron a renacer. Porque es mejor arder que apagarse lentamente.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Miedo.

¿Qué pasa cuando tienes miedo a caer, a fallar? ¿Qué pasa cuando tienes miedo incluso a intentarlo? Me come el miedo, me atrapa y me oprime. No me deja ser yo misma. Es una sombra que siempre me persigue, que siempre está ahí. 
Miedo a quedarme sola, que nadie me escuche. A tropezar y no volver a levantarme. Me da miedo no volver a ser cómo antes, a quedarme estancada en el pasado y no avanzar. A retroceder. A olvidar.
Y necesito a alguien que lo haga desaparecer, a alguien que me libere de él. Alguien que no me haga sentir una extraña. Alguien. 

viernes, 19 de diciembre de 2014

Silencio.

Me gustan ese tipo de personas con las que puedes estar en silencio, sin tensión, sin ese miedo a qué pensará, solamente disfrutando de su compañía. Sin necesidad de palabras. Porque no hace falta hablar para entenderse, porque una mirada o un gesto significan más que las palabras.  Esos cómodos y reconfortantes silencios.
Echo de menos esos momentos, esa confianza. Y me encantaría volver a revivirlos pero tengo miedo, tengo miedo a olvidar esos recuerdos, tu cara, tus gestos, nuestros momentos. Porque los recuerdos, recuerdos son y al fin y al cabo se acaban olvidando.

Pero me doy de bruces contra la realidad. En ese momento sé que ya no va a volver, que nadie estará ahí para mí, nadie iba a salvarme. Nadie.
Nacemos solos y morimos solos, incluso los recuerdos se esfuman. Solamente nosotros permaneceremos, así que más nos vale llevarnos bien con nosotros mismos.

martes, 16 de diciembre de 2014

El reflejo del alma.

Alguien me dijo una vez que nunca me fiara de una sonrisa, sino de la mirada. Y estaba en lo cierto, los ojos son el reflejo del alma, capaces de expresar felicidad, tristeza, miedo e incluso rabia. 
Me gustan esas personas a las que le sonríen los ojos porque irradian felicidad y simpatía, se nota en la expresión de sus ojos, en el brillo de su mirada. Creo que no todo el mundo puede hacerlo, tan solo si eres realmente feliz. Y la felicidad no está al alcance de todos, porque hay personas que no han nacido para ser felices.