miércoles, 25 de febrero de 2015

Oscuridad y soledad.


Todo era oscuro en esa habitación, así que decidí encender la luz, encontré el interruptor. Era una luz tenue, pero me bastaba para inspeccionar la habitación. Estaba confusa y mareada. ¿Tal vez me habían drogado? No lo sabía. Pero ahora tenía que encontrar la manera de escapar. Había una puerta, pero por mucho que lo intentaba no se abría. Después de un tiempo reflexionando sobre lo ocurrido tuve la idea de empujar la puerta con todas mis fuerzas. Pero era inútil, supongo que tuve que estar inconsciente durante días. Así que decidí inspeccionar la habitación de nuevo, debajo de un armario encontré una pequeña llave. Probé a abrir la puerta, funcionó. Pero no todo acabó allí. Ahora estaba en otra habitación idénticamente igual. Parecía un laberinto sin fin.
Más tarde, en uno de mis momentos de reflexión, comprendí que estaba sola, que no podía escapar de ese horrible lugar, y que nada ni nadie iba a ayudarme a hacerlo.
Todos mis esfuerzos fueron en vano. Hiciese lo que hiciese no serviría de nada. Solamente me debilitaría aún más, hasta perder todas mis fuerzas, desfallecer y, más tarde, morir. Y así fue. Nunca llegué a saber el motivo de mi llegada a aquel extraño lugar.
Pero eso ahora no importa. Ahora estoy muerta y, aunque este lugar sea frío, tenebroso y solitario me siento a gusto aquí. Sé que, seguramente este es el sitio donde merezco permanecer eternamente. Estaba acostumbrada a la soledad, mi eterna soledad.

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